rutinaa....

Subió al autobús mecánicamente como lo hacia ya hace un año, camino por el infinito pasillo y finalmente se sentó en el asiento del fondo sin acompañante, la micro partió, ella miraba fijamente por la ventana buscando algo ¿Qué seria?, tal vez entre las partículas de polvo suspendidas en el aire veía algo. El tiempo se hacia tan corto y a la vez tan largo que resulto una eternidad y a la vez un suspiro llegar a su parada, bajo malhumorada sabiendo que llegaría a esa casa donde solo venían a su mente momentos malos y desagradables, camino lentamente como si el tiempo pudiera evitar que ella entrara por la puerta, se detuvo frente al portón respiro profundamente y haciendo un gran esfuerzo entro, allí estaba su madre esperándola.

- Hola- le dijo la madre.

- Hola -respondió monótonamente.

-¿Cómo te fue?

- Bien.

- ¿Y que hiciste hoy?- La madre insistía en hablarle como si esa conversación le fuera a mejorar el día o el animo.

- Nada interesante-    

Se sirvió comida en un plato  y fue a sentarse en un rincón de la mesa, la comida ya no tenia color, ni sabor, ni aroma para ella. La madre la miraba con desprecio, quizás pensando que era una malagradecida, ya que, solo llegaba, comía  y subía a su habitación sin hablarle ni nada, esa era la rutina.

Ella, sin embargo, miraba a esa mujer con odio, ¿acaso no vasto con que la separara de su verdadero amor, rompiendo así su corazón?, pero aun así ella no podía hacer nada y su condena era vivir con esa mujer y verla todos los días.

-         ¿Cómo estas hija?- pregunto de nuevo la madre con un tono compasivo.

-         Ya te dije que bien – contesto toscamente.

Mentir en esos instantes era tan sencillo, ella ya no fingía estar bien, solo lo decía. Se levanto de la mesa y retiro su plato que en realidad en ningún momento toco y fue al baño, miro su rostro en el gran espejo que cubría casi completamente la pared, lo miro frustrada, enojada ¿Qué le disgustaba tanto de esa imagen?, solo ella podría saberlo se quedo congelada contemplándose para luego salir del baño y subir a su cuarto, allí se acostó, como si no le bastara dormir todo el día en el salón de clases, cerro los ojos y se quedo dormida, no por que tuviese sueño, sino tratando de que algún día esas siestas a ratos cerraran sus ojos para siempre.